25 de junho de 2021
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¿Qué es el sistema inmunológico?

El cuerpo humano está compuesto de diversos sistemas: digestivo, sanguíneo, nervioso… Cada uno de ellos posee una función, ya sea en administrar nutrientes, transportarlos, controlar nuestros movimientos, etc. Frente a tantas funciones, es esencial que haya un sistema hecho para proteger a los otros en caso una amenaza aparezca, y ahí entra nuestro sistema de defensa o sistema inmunológico.

El sistema inmunológico está compuesto por leucocitos (o glóbulos blancos) y por los órganos que producen las diferentes células que lo componen. Este grupo de células están especializadas en identificar, neutralizar y destruir partículas extrañas a nuestro cuerpo. Las células que componen los glóbulos blancos de la sangre son: linfocitos, neutrófilos (o polimorfonucleares), basófilos, eosinófilos, monocitos. En diferentes tejidos son encontrados los fagocitos que engloban y digieren las partículas extrañas que penetran en nuestro organismo. Los macrófagos, están en el tejido conjuntivo, pulmones, hígado; los osteoclastos, están en el tejido óseo; las microglias, en el tejido nervioso, estos son algunos ejemplos. Este conjunto de células realizan diferentes funciones y, coordinados, forman una línea de defensa compleja y eficiente para el cuerpo, pudiendo actuar contra invasores y adaptarse para enfrentarlos con más eficiencia. Estas células son producidas en la médula (región del medio) de algunos huesos como el Esternón (que se ubica en nuestro pecho) y el fémur (que se ubica en la cadera), luego estas células migran para otros órganos como el Timo, Bazo y Ganglios linfáticos (estos están repartidos por varias regiones del cuerpo).

Respuestas del sistema inmunológico: inmunidad innata (o natural) e inmunidad activa o adaptada

Inmunidad Innata

Cuando un virus o microorganismo invade el cuerpo humano, es posible que su presencia desencadene enfermedades o infecciones. A ese “invasor” le damos el nombre de “patógeno o agente infeccioso”. Nuestro organismo pone en marcha un mecanismo de combate contra el invasor para eliminarlo y preservar nuestra salud. La respuesta Innata es el primer “plan de acción” del cuerpo contra ese invasor. La primera acción del sistema es destruir los patógenos, y para eso entran en acción las células especializadas en “ingerir y digerir”, por el proceso llamado fagocitosis. Las principales células involucradas en este trabajo son los monocitos y neutrófilos (de la sangre) y otros fagocitos repartidos por los diferentes tejidos de nuestro organismo y un tipo especial de linfocitos llamados células NK. Además del proceso de destrucción del patógeno, es esencial deshacerse de células ya infectadas, ya que pierden su utilidad e incluso pueden ayudar en la proliferación de la infección. Este es el papel de las células NK (llamadas Natural Killer, o sea células asesinas) que atacan células infectadas, induciendo en ellas un proceso de autodestrucción llamado Apoptosis, preservando el bienestar de las células saludables. El proceso de Apoptosis es también responsable por la eliminación de las células “viejas”, o sea, de aquellas cuya vida útil acabó.

Respuesta inmune activa o adaptada

Cuando los mecanismos de nuestra inmunidad innata no consiguen eliminar el agente patógeno, entra en acción una respuesta específica a este agente infeccioso llamada respuesta inmune activa, inducida o adaptada.

Los linfocitos, al entrar en contacto con un agente infeccioso, por primera vez, son estimulados para diferenciarse en células productoras de anticuerpos, formando así un clon de células comprometidas con dicho agente. Algunas células de este clon guardan parte de la estructura del agente infeccioso, como si mantuvieran la memoria de las mismas y por eso se llaman células de memoria. Es una forma de identificar aquel tipo específico de invasor. Dos tipos de linfocitos que pueden formar “células de memoria”: Linfocitos B y Linfocitos T. Estos linfocitos de memoria se forman en un primer contacto con el agente infeccioso o cuando nos vacunamos. Estos clones entonces simulan un “batallón” a espera del “ataque” del patógeno, y apenas ocurre el contacto, todas estas células rápidamente inician la producción de anticuerpos específicos para cada patógeno con los cuales entramos en contacto. Los linfocitos B producen anticuerpos que son glicoproteínas, conocidas como Inmunoglobulinas de tipo G (IgG), M (IgM), A (Ig A), E (IgE), D (IgD). De esta forma, se unirán al agente patógeno neutralizando la acción del mismo y su posterior destrucción, generalmente por los fagocitos.

Las vacunas funcionan como una manera de “simular una infección” para el sistema inmunológico. Las vacunas están compuestas por agentes patógenos atenuados, muertos o componentes aislados de los mismos, denominados Antígenos, es decir, una sustancia extraña al organismo. Al entrar al organismo comienza el proceso de reconocimiento de esos antígenos, iniciando una respuesta inmune primaria, el decir, el comienzo de la estimulación de las células del sistema inmunológico, lo que lleva a la formación de las células de memoria. De esta forma, si entramos en contacto con el agente infeccioso, ya tendremos las “células de memoria” que rápidamente producirán los anticuerpos.

Inmunidad pasiva

a palabra pasiva expresa este tipo de “inmunidad”: es aquella en que la persona recibe los anticuerpos “sin ningún esfuerzo”, es decir, los anticuerpos

fueron producidos en otro animal o individuo. Los “sueros terapéuticos” contienen anticuerpos específicos contra una determinada sustancia (toxinas, virus, microorganismos) y son inyectados en un individuo cuando este, por ejemplo, es mordido por una cobra. En este caso, los anticuerpos presentes en el suero neutralizarán la acción de las sustancia tóxicas presentes en el veneno. Los “sueros” que contienen los anticuerpos se obtienen de animales grandes (en general, el caballo), o son donados por individuos que ya han tenido una determinada enfermedad. Ese suero es obtenido inyectando a un caballo, por ejemplo, pequeñas dosis de un determinado veneno, en un proceso llamado “esquema de inmunización”. El organismo del caballo reconoce el veneno como sustancia extraña a su organismo y empieza a producir las Inmunoglobulinas (anticuerpos). Posteriormente, se extrae la sangre de estos animales y se separa la parte líquida que es el “suero terapéutico”. Este suero es utilizado cuando una persona es picada por una serpiente, y tiene la propiedad de interactuar con el veneno y no dejar que ejerza su actividad tóxica.

ATENCIÓN: detrás de una inmunización pasiva, siempre hay una inmunización activa previa.

Fuentes:

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Autor: Diego França de Oliveira
Revisión: Profª Leila Maria Beltramini
Traducción al español: Pamela Ibeth Huanambal Esquén / Danae Kala
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